Amy Cuddy es una mujer impresionante, psicólogo social americana, que estudia el lenguaje no verbal y ha hecho una serie de experimentos muy interesantes sobre cómo el lenguaje no verbal influye no solamente a las personas que tenemos alrededor, sino que nos influye a nosotros mismos.

Cuddy se planteó una pregunta decisiva: sabemos que nuestra mente influye en nuestro cuerpo, pero ¿puede nuestro cuerpo influir en nuestra mente, en nuestros pensamientos y sentimientos? ¿Pueden nuestras posturas y nuestro lenguaje no verbal influir en la segregación de ciertas hormonas?

La testosterona es la hormona de la dominación, del poder.
Y el cortisol es la hormona del estrés.
Tanto en los primates líderes de la manada como en las personas poderosas hay niveles considerablemente altos de testosterona y niveles bajos de cortisol.

EL EXPERIMENTO consistió en que convocaron a una serie de personas en su laboratorio e hicieron dos grupos. A los integrantes de uno de ellos les pidieron que durante dos minutos mantuvieran posturas asociadas al poder, posturas de apertura, de dominio. De poderío.
Y a los integrantes del otro grupo se les pidió que hicieran lo contrario, que mantuvieran posturas de cierre, de miedo, de debilidad. De baja energía.

Les tomaron una muestra de saliva a todos ellos antes de iniciar el experimento y otra muestra al terminar el tiempo.
Y los resultados fueron definitivos:
En el grupo de posturas poderosas los niveles de testosterona aumentaron un 20% con respecto al inicio y los niveles de cortisol disminuyeron un 25%.
Mientras que en el grupo de los débiles la testosterona disminuyó un 10% y el cortisol aumentó un 15%.

¡¡En tan solo dos minutos!! Podemos provocar este cambio hormonal que configura nuestro cerebro y que nos transmite unas sensaciones muy distintas a las que teníamos sobre nosotros mismos.

De cara a una entrevista de trabajo, a dar una conferencia, a una primera cita, a cualquier situación que nos estrese a priori, podemos ayudar a nuestro cuerpo y a nuestra mente realizando ejercicios de empoderamiento en el baño por ejemplo, en el ascensor, en el coche antes de entrar, en un rinconcito donde te sientas cómodo y protegido. Incluso si estás en público quizá no vas a levantar los brazos en señal de victoria como hacen los corredores de 100 metros lisos, pero sí puedes hacer pequeños movimientos de apertura de tus hombros, estirar la columna, sentirte grande.

No te pierdas el vídeo, la explicación de Amy Cuddy es sencillamente maravillosa.
¡Feliz y poderoso día!!